Las lágrimas de Roma
Edited by Ethan Christian and Kate McConlogue
Transcribed by Ethan Christian and Kate McConlogue
Auto
ALEGORÍA POÉTICA A S. ALEJO,((Un santo católico que nació en Roma. Es invocado para resolver problemas amorosos.))
INTITULADA LAS LÁGRIMAS DE ROMA
Personas que hablan en ella:
Jerusalén, princesa
Roma, princesa
Alejo, caballero
Constantino, caballero
César, caballero
Marco, gracioso
Un soldado
Músicos
Dentro voces y cajas, y al otro lado música e instrumentos. Salen Constantino, César y Roma de luto con bastón y corona de laurel.
VOCES:
Viva Roma.
MÚSICOS:
Roma viva.
VOCES:
Triunfe altiva.
MÚSICOS:
Reine fiel.
VOCES:
Venza brava.
MÚSICOS:
Cante dulce.
JUNTOS:
Que todo el orbe ciñe
en su laurel.
ROMA:
Callad el marcial aplauso
la sonora salva que
a vista de mis ultrajes
no me suena mi poder
porque este luto que arrastro,
este semblante que veis,
no son insignias de un triunfo,
señales son de un desdén:
laurel bajad, que no es justo
que mis sienes coronéis.
Arroja la corona.
Cuando la suerte de hoy
olvida el triunfo de ayer,
bastón cortado en pedazos,
quedad pues que no podéis (Arrójale.)
con todas vuestras victorias
recuperar mi placer.
CONSTANTINO:
Roma hermosa.
CÉSAR:
Roma augusta.
CONSTANTINO:
¿Quién ha trocado esta vez
por las sombras de esta noche
tu aurora de rosicler?((El color de rosa pastel.))
¿Tú de luto?
CÉSAR:
¿Tú agraviada?
Cuando en vinculado ser
desde el Tiber((El río más largo en el centro de Italia.)) hasta el Indo((Un río en el sur de Asia.))
besa tu sagrado pie.
CONSTANTINO:
¿No eres tú la que triunfante
sin zozobra, sin vaivén,
desde el Europa hasta el Asia
dilataste tú poder?
CÉSAR:
¿No eres tú, la que señora
de cuanto los ojos ven,
todo el mar será tu espejo,
todo el mundo tu vergel?((Un huerto con una variedad de flores y árboles frutales.))
CONSTANTINO:
¿No sabes que el eco bravo
de tu trompeta fiel
hizo al político huir
y al bárbaro estremecer?
CÉSAR:
¿No sabes que de tus cajas
al ruído, si se cree,
los mismos ejes temblaron,
y estuvo el cielo a caer?
CONSTANTINO:
¿A tus águilas soberbias
no ves, oh Roma, no ves
sobre los ilustres subir,
y hacia los cetros descender?
Pues si esto es así señora.
CÉSAR:
Si esto, oh reina, verdad es,
¿qué te falta?
CONSTANTINO:
¿Qué te aflige?
CÉSAR:
Que en tan nuevo proceder.
CONSTANTINO:
¿En tus insignias arrastras
de todo el mundo el laurel?
ROMA:
Primero que a responderos
me obligue, decirme habéis,
¿qué es lo que merece un hombre
que huye de una mujer
que le ama?
CONSTANTINO:
¿Y quién ha sido
aquel bárbaro sin ley
que huye del amor de quien tantos
adoran hasta el desdén?
CÉSAR:
¿Quién el villano grosero,
que pudo ultrajar sin fé
el sexo, que tantas vezes
tuvo el amor a sus pies?
CONSTANTINO:
¿Quién en una dama huye
rústico, indócil, cruel
la belleza de la rosa
que tan celebrada es?
CÉSAR:
¿Quién al amor tan ingrato
tan desconocido fue
que paga con un puñal
adonde debe un querer?
¡Que vive Dios!
CONSTANTINO:
¡Vive el cielo
si lo llego a conocer!
CÉSAR:
Que por más duro que sea…
CONSTANTINO:
Por más de acero((Significa ánimo, brío, denuedo, resolución.)) que esté…
CÉSAR:
He de envainar en su pecho
mi espada.
CONSTANTINO:
He de verter la sangre
hasta que sus venas
el último licor den.
AMBOS:
Que esto y mucho más merece
el que huye de una mujer.
ROMA:
El comprendido es Alejo.
CONSTANTINO:
Pues muera.
CÉSAR:
Muera. (Empuñan.)
ROMA:
Tened.
No le matéis, ay de mí,
porque me matáis en él.
Su nombre os es manifiesto,
en lance tal attended
no para que le ofendéis
mas para que le busquéis.
Alejo aquel joven bello
que en aquesta corte fue
cuidado de tanta rosa,
zelos de tanto clavel,
aquel que sabio y galán
juntar supo de una vez
las dulzuras del oír
con las delicias del ver.
Aquel de cuyas virtudes,
si referirlas queréis,
toda Roma es poca pluma,
Italia corro papel,((Papel estirado, como él que se usa en la puerta de una casa japonés.))
a Alejo digo el romano
a este amé, como sabéis,
que siendo el sujeto tal
y mi decoro fiel
ni para el cielo es agravio,
ni para el cetro es desdén,
antes como a la razón
la voluntad acosté,
cosa tan poco encontrada,
saber sin cegar querer
entre todos mis trofeos
el rendimiento conté,
amando al merecimiento
vivo exenta de otra ley
que lo más es querer mal
esto si lo es querer bien,
mi destino es su virtud,
mi estrella su proceder,
mi cadena su valor,
su entendimiento mi red.
Sabina((Una tribu antigua que vivía cerca al río Tiber.)) y Roma le amo,
porque en esta idea es
sabina y Roma lo mismo
correspondiendo el cortés
a mi afecto para esposo
humano le destiné
y lo hice anunciar ¡oh cielos!
Aquí se alabará el papel
de mi relación, oh si
al repetirla fiel
su historia y mi vida a un punto
fenecieron de una vez
al tiempo, pues que esperaba
que Alejo sino a merced
tan alta corresponderle
su esclavitud a mis pies,
desapareció de Roma
sin que se sepa el por qué.
Cuando el ignorar mi agravio
mi mayor agravio es.
Los excesos en su busca
no me han valido, volved
los dos a salir de Roma
puesto que hoy llegado habéis
de dilatar mis trofeos.
Volved en su busca y ved
en el llanto de sus padres
el claro Tiber crecer,
las flores mustias, y tristes
en uno y otro vergel;
la nobleza con la plebe
como sin luz, y sin bien
la brava Roma llorando
ayer Palas,((De la mitología. Él es el dios griega de la guerra.)) soy mujer.
CONSTANTINO:
Señora vuestro dolor,
que a queja pase no sé
que Alejo es tan caballero,
tan príncipe, tan fiel,
que no es posible ausentarse
sin causa. Le buscaré,
y cuando mi opinión mienta,
vuestro agravio vengaré
con su muerte.
CÉSAR:
Si mi acero os diere lugar.
ROMA:
Tened.
No le matéis, ¡ay de mí!
Porque me matáis en él.
AMBOS:
Es lo que merece un hombre
que huye de una mujer
como vos.
Tocan dentro.
ROMA:
Mas, qué rumor.
CÉSAR:
Un atambor viene a ser,
que echa bando.
ROMA:
A no ser yo,
¿quién tan atrevido es
que oye echar bando en mi corte?
CONSTANTINO:
Él te llega a responder.
Sale el soldado, y tocando dice a voz, de pregón.
SOLDADO:
Oíd, escuchad, atended
el mandato de amor,
que es Dios y rey
contra el hombre que huye
de una mujer
a Ledón((Una antigua ciudad griega de Fócide.)) a Ledón
oíd, atended.
Manda que desterrado
de su patria, su casa y vergel
por las tierras ajenas
se trague la hambre,
se sufra la sed,
no le conozcan sus padres, ni amigos
llegándole a ver,
porque es bien conocido no sea
el que ingrato es.
Sus siervos le baldonen
con afrentas, injurias, desdén,
no de piedad ninguna
al que hasta con su esposa fue cruel.
Mirará los quebrantos de Roma
por más padecer,
y aunque fácil pudiera valerle,
no podrá valer.
Oíd, atended
al decreto de amor
que es Dios y rey
contra el hombre que huye
de una mujer. (Vase.)
Oíd, atended.
ROMA:
Pues amor le castigó
culpado, ay de él, ay de mí.
De mí porque le perdí,
y de él porque me perdió
con todo. Vuestro valor
le siga firme y osado
porque a pesar de su hado,
ha de buscarle mi amor.
CONSTANTINO:
Y al hallarle, siendo cierto
su delito, en lance esquivo.
ROMA:
Me le habéis de traer vivo,
que no quiero verle muerto. (Vase.)
CÉSAR:
De amor llega a castigarle
el decreto en tal rigor.
CONSTANTINO:
Ay de aquel que contra amor
delinque que ha de pagarla. (Vanse.)
Salen Alejo y Marco de peregrinos.
ALEJO:
Que hermosa que recreó
mi vista esta selva bella,
cada flor es una estrella.
MARCO:
Las estrellas miro yo,
mas son las de mediodía.
ALEJO:
Las aves en cantilenas((Canción poética para cantar repetidamente.))
divierten sentidas penas.
MARCO:
Antes que a su melodía,
yo las mirará cocer
en la olla.
ALEJO:
Necio, alientas.
MARCO:
Más necio eres tú que intentas
poder vivir sin comer.
ALEJO:
Si por amor peregrino
que me alimentan verán.
MARCO:
Y también entenderán
que amor no da pan, ni vino.
ALEJO:
Amor con su esclavo
mete en la bodega((Una referencia al vino.)) el amante.
MARCO:
Siendo así de hoy en delante,
yo soy del amor el clavo.
ALEJO:
Entrañe la pena mía
en ti, Marco, esa dolencia,
pues cuando peno de ausencia,
penas tu de grosería,
¿quién curará mi dolor?
Sale Jerusalén con un volante en el rostro.
¿Quién curará mi dolor?
JERUSALÉN (Canta):
Amor.
ALEJO:
¿Quién me dará tal belleza?
JERUSALÉN (Canta):
Fineza.
ALEJO:
¿Quién me enseñará el camino?
JERUSALÉN (Canta):
Destino.
ALEJO:
Ya dichoso me adivino,
pues contra tanto rigor
estoy viendo en mi favor
amor, fineza, destino,
¿quién eres dulce desvelo?
JERUSALÉN (Canta):
Cielo.
ALEJO:
¿Cómo es tu nombre en verdad?
JERUSALÉN (Canta):
Deidad.
ALEJO:
Sepa tu esfera en proviso.
JERUSALÉN (Canta):
Paraíso.
ALEJO:
No en vano mi anhelo quiso
averiguar la verdad,
pues se encierra en tu beldad
cielo, deidad, paraíso.
MARCO:
¿Quién será que canto abulta
esta luz en noche escura?
ALEJO:
Aparte de tu hermosura
esta nube que la oculta.
Va a quitarle el velo y retírase cantando.
JERUSALÉN:
De tu intento liviano
te aparta, oh peregrino,
que no es rostro divino
para vista de humano.
ALEJO:
¿Qué cruel llegáis a estar
para mi vista esta vez?
JERUSALÉN:
Eréis atrevido pues
tanta luz osáis mirar.
MARCO:
La hambre siempre ha dejado
intervalos al sentido.
JERUSALÉN:
Antes esa al entendido
le ha dejado más delgado.
MARCO:
¡Malo! Entendido los quiere,
y no harto.
ALEJO:
¡Con razón
me admiras mujer!
MARCO:
Visión
parece a lo que se infiere.
ALEJO:
Deidad que admirando vas
por estos campos amenos
si como ninfa((Una diosa menor de la mitología. Usualmente deidades de las aguas, bosques, selvas, etcétera.)) ella es menos,
si como flor tu eres más,
pues que profetiza rara
estás contra mi desdicha
cuando me anuncias la dicha
¿por qué me ocultas la cara?
¿Por qué nube en caso tal,
dime oráculo divino?
JERUSALÉN:
Porque estás muy peregrino.
MARCO:
Y ella muy desnatural.
JERUSALÉN:
Mi beldad, que así lo veo,
no es tiempo que averigüéis
algún día la veréis,
antes oíros deseo
vuestra peregrinación
adonde se ha destinado.
ALEJO:
A buscar quien sin cuidado
me ha robado el corazón.
JERUSALÉN:
Aclarad vuestro concepto,
que me importa oírle bien.
ALEJO:
A mí me importa también
no revelar el secreto.
JERUSALÉN:
Bien podéis fiarme aquí
vuestro secreto escondido,
que no os ha de ser vertido.
ALEJO:
Mi secreto para mí.
JERUSALÉN:
Ya me llegáis a ofender.
MARCO:
Con tanta curiosidad
pensaba que eras deidad,
mas ya se que eres mujer.
JERUSALÉN:
Mano y palabra en verdad
os doy de callar no en vano.
ALEJO:
Yo os tomo palabra y mano.
JERUSALÉN:
Decid pues.
ALEJO:
Pues escuchad.
En la cabeza del mundo
del orbe laurel y espada
corte adonde besa el pie
la púrpura a la tiara,
emporio a quien el Tibe,
que sus altos muros baña,
o cinta que los guarnece,
o espejo que los retrata.
Romano y noble he nacido
de soberbio tronco rama
grande, y ya para ser grande,
el ser Romano me basta,
Aglaes y Eufeminiano((Los padres de San Alejo.))
me dieron su sangre clara,
cuyo lustre a las estrellas
compite, si no aventaja.
Alejo es mi proprio nombre
cuya interpretación cara
ausencia dice, y ha sido
vaticinio que a mi patria
hice al nacer, cuando de ella
divino influjo me aparta.
Crieme amado de Roma
la princesa soberana
de las gentes, cuyos triunfos,
cuyos lauros, cuyas palmas
en el teatro del mundo
fueron asunto, no farsa.
En este de amor trofeo,
me porté con tal templanza,
que la amé como señora,
y no la amé como dama,
porque acá en mi corazón
vivía una oculta causa,
que sin mirarla, ni oírla,
era entre confusión tanta
extranjera a los sentidos,
siendo natural al alma.
Dicíame el pensamiento,
¿ves esa Roma gallarda,
ves ese compuesto hermoso
de belleza, brío y gracias,
de tantas coronas dueño,
de tantos reinos monarca,
laurel de tantas victorias,
destrozo de tantas armas?
Esa que hermosa, valiente
se mira en acción contraria
en el espejo del Tíber.
Venus((La diosa del amor, sexo, belleza y la fertilidad en la mitología romana.)) fuerte, palas blandas
pues con todo eso, hay
otra corte, digo dama
más hermosa, más señora,
más soberana, más alta,
más sublime, más triunfante,
pues la triunfante se llama,
que excede sin duda a Roma,
lo que va de plomo a plata,
lo que va de flor a estrella,
lo que va de cuerpo a alma,
lo que va de tierra a cielo,
que hasta aquí no he dicho nada.
Esta aprehensión generosa
en mi pecho fomentaba
un calor que occulto ardía,
unas escondidas ascuas
entre compuestas cenizas,
bien como el Etna((Un volcán en Sicilia.)) disfraza
que primero enseña nieve,
y después vomita llamas.
Así para mayor gloria,
cierta deidad me enseñaban
unos divinos escuros((Un adjetivo desusado que significa oscuro.))
ni bien luces, ni bien abrazas.
Cuando en este tiempo un Juan
válido del gran monarca
que sobre Roma domina
no digo más, esto basta,
que en decir que manda a Roma,
digo que todo avasalla,
me dio un retrato y me dijo
esta es la divina infanta,
Jerusalén celestial,
hija de mi rey, ¡oh cuánta
admiración a mi idea
causó beldad((Belleza o hermosura, especialmente la de las personas y más particularmente la de la mujer.)) tan extraña!
Vila perla, y no era perla,
esmeralda, no esmeralda,
vila oro, es más preciosa,
vila diamante, más rara,
vila zafiro, es más cielo,
vi la cristal, es más clara,
¿qué será, yo me decía,
belleza tan soberana,
que siendo todo lo bueno,
sobre todo eso se exalta?
Cuando David me responde
no procure tu ignorancia
alcanzarlo antes de verla,
pues su hermosura es tan alta,
es su beldad tan divina,
que llegando a retratarla,
todo hombre miente hasta Juan,
que evangelista se llama
por su verdad, hasta el digo
miente cuando de ella habla,
por ser sobre todo cuanto
puede decirse; ya el alma
a este retrato, a este informe
era un vesuvius((Un volcán en Italia que hace erupción frecuentemente.)) de llamas
que, rompiendo tibia nieve,
su misma esencia abrazaba.
Enamorado del cielo,
que en Jerusalén estaba,
a Roma aborrecí, qué es
para quien muda de dama
primer paso aborrecerla
siendo el segundo dejarla.
Luego peregrino huí
de mis padres, dama y patria,
porque quien no deja todo,
pienso que no deja nada.
Corrí veloz alejarme,
y sin duda me anegara
a no ser así, porque
me seguía en pena tanta
un mar de llanto, que al viento
de sospiros que arrojaban
de aire blando, y llanto tierno
hacían tormenta brava.
Encaminéme a la corte
del gran rey, a cuya amada
hija decía mi afecto
entre soledades y ansias.
Dime divino portento
en esta cara distancia
si de tan lejos te miro,
¿cómo tan cerca me matas?
Si una pintura, un bosquejo
tuyo cual flecha me pasa,
dime ¿que harás con las luces
si con las sombras me abrazas?
Llegue el dia en que te mire
en ese celeste alcázar,
mas hoy, que aunque sea el de hoy,
moriré de lo que tarda;
no es justo que más te espere
porque temo que en tal causa
como a otros el desengaño
me mate a mí la esperanza.
Miréme a tu vista ya,
y tenga tu esfera rara
si en ti un prodigio de luces,
en mí un portento de llamas.
Así la decía, cuando
mis pasos enderezaba
a la corte de su padre
pasando en esta jornada
varios climas, conculcando
por entre rosas y zarzas
ya lisonjas a los ojos,
ya rigores a la planta,
así iré hasta que llegue
a la soberana estancia
de su deidad, que la juzgo
tan alta, tan remontada,
tan augusta, tan sublime
que era imposible intentarla
a no esperar que el amor,
propicio con los que ama,
después de darme sus flechas
no me retire sus alas.
Esta ha sido ilustre dea((La palabra diosa en forma poética.))
enigma de esta montaña,
emblema de estos desiertos,
la peregrinación vaga
en que me halláis, y así iré
hasta que el cielo a mis ansias
rompa el velo que interpone
entre mi vida y mi alma.
MARCO:
Mi amo y los papagayos
si menos comen, más hablan.
JERUSALÉN:
Con atención os oí,
y pensaréis que admirada
me tiene vuestra fineza,
y es al revés, que por dama
tan sublime, tan augusta,
aún mucho que hacer os falta
para que podáis quedar
digno objeto de sus plantas.
ALEJO:
¿Pues mi patria no dejé?
JERUSALÉN:
No dejasteis vuestra patria;
que uno no es de donde nace,
solo es de donde ama.
ALEJO:
¿A mis padres no olvidé?
JERUSALÉN:
No hay padre donde hay amada.
ALEJO:
Tanto fausto, tanto honor
¿no he dejado de mi casa?
JERUSALÉN:
Honor y fausto son aire,
y el aire a prender no basta.
ALEJO:
¿De Roma a los desposorios?
¿No he vuelto fiel las espaldas?
JERUSALÉN:
¿Y si vos no la queréis,
que hicistes pues en dejarla?
MARCO:
De aquel que su galán fuere
que querrá aquesta fantasía.
ALEJO:
Y el dolor de imaginar
de mi esposa, padres, patria
tanta lágrima vertida,
derramada por mi causa,
¿no es sacrificio?
JERUSALÉN:
No Alejo,
que lágrimas no quebrantan
de tan lejos, vos cobarde
hurtáis al dolor la cara
cuando mirar ese llanto
y resistirlo le falta
a vuestra fineza, así
no queda plena su hazaña,
que quien no sufre, no vence,
y quien no vence, no alcanza.
Volved a mirar el llanto
que contra vos se derrama,
quiebre en vuestro pecho el golpe
que embota en vuestras espaldas.
ALEJO:
¿Y si me conoce Roma?
JERUSALÉN:
No ha de conoceros hasta
que lo diga porque amor
esto en su decreto pasa.
Así presente estaréis,
y ignorado; luego vaya
vuestro valor a traerme
esas perlas derramadas,
y pues que Roma las llora,
volved a Roma a buscarlas,
que las quiero para hacer
una suprema guirnalda,
y las doce que me adornan,
no me darán gloria tanta.
ALEJO:
¿Quién sois vos, que mandáis tanto?
JERUSALÉN:
Yo soy quién todo lo manda,
Jerusalén celestial,
hija del gran monarca.
Va a irse.
ALEJO:
Aguarda divino asombro
de mis altas esperanzas,
espera.
JERUSALÉN:
No, no me sigas,
no es tiempo de ver mi cara,
en Roma te buscaré
que he bajado de mi alcázar
solo a hablarte al corazón,
no pases de aquí. (Vase.)
ALEJO:
Oh cara
obediencia, pues ¡me obligas
a cortar de amor las alas!
MARCO:
En las del viento voló,
y si una liebre((Un animal similar a un conejo, pero con orejas y patas más grandes)) encontrarás,
no la vieras más ligera.
ALEJO:
Volvamos pues a mi patria
a dar alma a sus preceptos,
pues es suya toda el alma.
MARCO:
Al fin de los años mil
se desandarán las aguas.
Válgate Dios por deidad
si no eres mari((Una mujer que solo hace cosas domésticas.)) de manta.
Vanse y sale Roma paseando y cantando.
ROMA:
El vuelo despedido
que mi dolor repara
para para.
Alivio a mi gemido
que al oír mi tormento
se hiela el sol, arde el aire,
para el viento,
mis ojos a buscarte
despiden su corriente,
tente tente,
que puedes anegarte
porque mi llanto fragua
viendo de ahí, mar de fuego,
monte de agua,
muda tu pecho helado
a lo que amor sospira,
mira mira,
que todo se ha mudado.
Sé a mi dolor le enseña
firme flor, blanda roca,
tierna peña,
vuelve Alejo tirano,
oh mi muerte resuelve
vuelve vuelve
a mi dolor humano
pues dejas en tu huida
ciega fe, viva parca,
muerta vida,
porfía tu dureza
en esta ausencia grave,
sabe sabe,
que tan fiera extrañeza
oí, siente, murmura
mudo amor, sordo escollo,
piedra dura,
a las luces mas puras
cuando de huirme tratas,
matas matas,
todo dejas a escuras,
dejando en este vuelo
nube el Sol, noche el día,
sombra el cielo.
Tu corazón esquivo
el amor sin que estudie,
mude mude,
que puede hacer altivo
en su encanto no flojo,
campo azul, cielo verde,
jazmin rojo,
mas hay que ha amor burlado
en tus iras constantes,
antes antes,
que tu pecho mudado
veré en este oriente
fiera dulce, ave queda,
movil monte,
aprisiónese la voz
que métricas consonancias
son señales de quien vive,
no indicios de quien acaba,
dime adónde estás Alejo
si has de venir a qué aguardas
a verme morir, ya muero.
Sea que muera, estoy sin alma.
Vuelve vuelve, mas en vano
te llamo aun sin la distancia
que no es sordo él que está ausente,
solo es sordo él que no ama.
Sale Alejo.
ALEJO:
Ya llego a vista de Roma
donde de amor la batalla
me ha de dar el mayor triunfo
que ya más vieron sus plazas.
El cansancio y sed me afligen,
¿hay quien compasiva y grata
un búcaro de agua dé
a un peregrino?
ROMA:
Demandas
lo que hallarás en mis ojos
porque dos fuentes derraman.
ALEJO:
(¡Válgame el cielo! ¡Esta es Roma!
Disimule mi importancia
que estas las perlas que busco
son para sacrificarlas
a la deidad, cuyo imperio
hasta la piedad arrastra.) Aparte
Muy liberal dama hermosa
os miró aquí cuando grata
me dais dos fuentes de perlas
pidiendo un búcaro de agua,
pero si bien considero,
aun después de gloria tanta,
yo me quisiera sediento
por no veros contristada,
más ¿por qué tanto dolor
no olvides?
ROMA:
Amor le causa,
y según dice el adagio,
mal olvida quien bien ama.
ALEJO:
Si lloráis ingratitudes.
ROMA:
Eso lloro.
ALEJO:
Pues deshaga
la piedra de la crueldad,
la piedra de la inconstancia.
ROMA:
Ay que una ausencia padezco
también, y es de mayor ansia,
que una esquivez padecida,
una ausencia tolerada,
imposible es a mis ojos,
aquel por quien vieron, basta (Llora.)
porque adonde sobra el llanto,
luego las razones faltan.
CANTAN DENTRO:
Lloraba la brava Roma,
de Alejo la ausencia extraña,
que ya se precia de tierna
la que presumió de brava, (Lloraba.)
y su llanto sus armas ablanda.
ROMA:
Ya la música os ha dicho
lo que mi altivez recata,
que no ha de callar la voz
adonde las piedras hablan.
ALEJO:
Si hablaran dijeran que…
ROMA:
¿Dijeran qué? Que se partan,
que como hay almas de piedra,
hay también piedras con alma
y llegando a mi dolor
su naturaleza pasan.
ALEJO;
Gran señora el olvidarlo
os es aquí de importancia.
ROMA:
Ay, Alejo como me hieres. (Llora.)
ALEJO:
¿Ha pecho como te ablandas? (Llora.)
¡Qué compasión!
ROMA:
¡Qué pesar!
ALEJO:
¡Qué terneza!
ROMA:
¡Qué desgracia!
MÚSICOS:
El fuerte romano llora
viendo que Roma lloraba.
Porque es hombre en el dolor
aunque piedra en la constancia (Lloraba.)
y su llanto sus armas ablanda.
ALEJO:
Admirado estoy Señora,
viendo en vuestras perlas caras,
que tan tiernamente llora,
quien tan duramente mata.
La triunfadora del orbe
habéis sido, solo os falta
de vos misma el vencimiento,
intentad aquesta hazaña,
que es más venceros a vos
que vencer a todo el mapa.
ROMA:
A estar capaz de consejo,
de vos solo lo tomara,
y más cuando en vuestros ojos
veo que mi pena amarga
acompañais compasivo,
mas hay que en terneza tanta
no es mucho que llore un hombre
adonde una pena ablanda.
En mi palacio os quedad,
hasta que prosiga vaga
vuestra peregrinación,
que no sé que en vos se halla
que hacéis más blanda herida
cuando no curáis la llaga.
Y pues agua me pedisteis,
en esta tejida holanda,
en búcaro de azucenas,
os ofrezco un mar de agua
tomad en mi lienzo el llanto,
que quiero ofreceros magna((Significa grande.))
pedazos del corazón,
no sé porque oculta causa,
porque la razón la duda
cuando la conoce el alma.
ALEJO:
Mil veces quedo deudor
a vuestra acción soberana,
pues la entrega que me hacéis,
es de tan grande sustancia,
que un sur de perlas en ella
es lo que menos se halla.
A descansar de mi afán,
en vuestra augusta morada
me quedaré.
ROMA:
Soy contenta
de que os abrigue mi casa,
entrad pues.
ALEJO:
Ya llevo amor,
por sacrificio a tus aras,((Un altar donde hace ritos religiosos.))
estas perlas que a mis ojos,
o se afinan, o se esmaltan,
por ellas he vuelto a Roma,
era preciso llevarlas. (Vase.)
ROMA:
No sé que este hombre se tiene,
que más me enternece el alma. (Vase.)
Sale Marco.
MARCO:
Aunque mi Señor lo siente,
entró en Roma denodado,
que no fuera yo criado,
si fuera más obediente,
mandó por más se esconder,
que en Roma no andase vago,
mas yo cuando sirvo, hago
jura de no obedecer,
no oigo que Roma le cobre,
será que en tanto ruido,
lo dejó por escondido,
o le perdonó por pobre,
es un loco y lo parece
en dejar tal ocasión,
todo por una visión
que habla y desaparece,
una fantasma o encanto
que le manda si se tema,
que vaya de Edessa((Una ciudad antigua en la parte superior de Mesopotamia.)) a Roma
para que le traiga llanto,
como quien perlas le pide,
y él lo casó sin más ver
echando luego a correr
de todo mas se despide.
Sale César.
CÉSAR:
No es posible hallar de Alejo
nueva alguna que me importe,
así me vuelvo a la corte,
mas el que en sus puertas dejó;
no es Marco de Alejo si
criado.
MARCO:
Hame reparado.
CÉSAR:
¿No sois de Alejo criado?
MARCO:
Yo jamás le conocí.
CÉSAR:
Esa repuesta, o su gala,
pagaréis a vuestra cuesta.
MARCO:
Si San Pedro((El apóstol que negó a Cristo.)) esta respuesta
dio, ¿cómo puede ser mala?
CÉSAR:
Dejad locuras que aquí
de Alejo habéis de informar.
MARCO:
Desde que le di a criar,
señor César, no le vi.
CÉSAR:
Pues muera y sepa el palacio
lo que a su muerte me atiza.
MARCO:
Señor no me dé tal prisa,
que quiero morir despacio.
CÉSAR:
O me has de hablar o si mientes,
la muerte en mi acero ve.
MARCO:
Deje primero que de
luto a todos mis parientes.
CÉSAR:
O de Alejo has de decir,
o el pecho te he de clavar.
MARCO:
Usted no puede matar
a quién no quiere morir,
mas ya digo lo que inquiere.
CÉSAR:
¿Dónde está Alejo? Responde.
MARCO:
Digo que Alejo está.
CÉSAR:
¿Dónde?
MARCO:
Estará donde él quisiere.
ALEJO:
Pues ya tu muerte decreto
en la ocasión ofrecida. (Empuña.)
MARCO:
No me mate por su vida
que es contra el quinto precepto.
Sale Roma.
ROMA:
¿Qué es esto, César?
CÉSAR:
Es que en tal fortuna
no trayendo de Alejo
nueva alguna,
este criado suyo
hallo señora, y como tal arguyó
que del sabrá,
cuando su tema e impuesta
se finge loco por no dar respuesta.
ROMA:
Es Marco, más tan poco
loco se finge,
que en verdad es loco,
y Alejo que es discreto;
no fiara a tal hombre su secreto,
mas con todo prendedle y dadle tratos.
MARCO:
He llegado al pretorio de Pilatos,((El gobernador de Judea. Ordenó la crucifixión de Cristo.))
a secretillo, como estás doliente.
ROMA:
El cordel nos dirá, si acaso miente.
Señora, ha tal porfía,
porque tales albricias perdería.
Sale Constantino.
ROMA:
¿Qué traes, Constantino?
CONSTANTINO:
Gran Señora,
vengo anunciar el Sol,
sin ser Aurora,((La diosa del amanecer en la mitología romana.))
una mujer, grosero ahora estuve,
una dama, aunque es flor,
muy corto anduve,
una estrella, que poco lo encarezco,
un lucero, a decirte mas me ofrezco,
una ninfa, estoy loco,
un portento, un prodigio, todo es poco,
una deidad: ahora sí, prosiga,
que después de deidad no hay más que diga,
de luces tan sublimes adornada,
de tal farol cercada,
que si más no la viera,
ya por hija del sol la conociera,
por tal la tuve luego que la vi;
mas cuando llegó Febo((El apodo del dios Apolo en la mitología clásica.)) a tal cenit,
en su compuesto trae tal tesoro
que dos veces con él es tierra el oro,
cuando el de que se adorna es luz tan pura
que le sirve de espejo a su hermosura,
y el cristal que se trae tan lucido
que le sirve de gala a su vestido,
siendo, que así lo dejo,
guarnición el cristal, el oro espejo,
decir de su tocado en tal desvelo
es subir más allá del mismo cielo;
cuando sus plantas bellas
me parece que asientan sobre estrellas
por entre perlas que su ropa muestra,
otra veste más rara nos demuestra,
cuya luz no diré,
porque al irla a mirar luego cegué,
mas cuando su esplendor aquí conquistó,
yo volviera a cegar de haberla visto,
su calzado a mis ojos lo perdone
de piedras preciosísimas compone,
y en esfera tan alta
hay zafiro en que el cielo se retrata
mirando más de espacio,
al sol vi convertido en un topacio,
y porque a sus pies siempre está constante,
el amor transformado en un diamante,
estos pues en adorno prodigioso
son los cimientos de su cuerpo hermoso,
su gracia, su donaire, su hermosura
será echarlo a perder con la pintura,
díganlo, cuando al verla si lo aprueban,
los aires paran y los montes muevan,
esta pues rara idea,
prodigiosa mujer, hermosa dea,
dice que hablarte quiere, este es su anhelo,
dichosa tú pues que te busca el cielo,
no es la primera vez como imagino,
que el cielo anuncia a Roma Constantino.((El emperador romano que dio libertad religiosa a los cristianos.))
ROMA:
O estás encarecido en lo pintado,
o alguna diosa a verme se ha dignado
vuelve a decirle que entre y luego sea.
MARCO:
Y cuánto va, que con todo esto es fea,
con galas, oro, sí, piedras preciosas
hasta las fregonazas son hermosas.
Llega Constantino a la puerta.
CONSTANTINO:
Entrad señora que ya Roma espera.
CÉSAR:
Todo el sol ha bajado de su esfera.
Sale Jerusalén.
ROMA:
¡Qué divina beldad, mirar merezco!
CONSTANTINO:
Ya gran Señora veis que no encarezco.
ROMA:
Antes muy corto has sido,
que solo así tal diosa no ha excedido.
JERUSALÉN:
Salve((Un saludo.)) oh Roma del orbe militante.
ROMA:
Salve beldad celeste, la triunfante
de humanos gloria.
JERUSALÉN:
De guerreros norte.
ROMA:
Visión de paz.
JERUSALÉN:
Espada de mavorte.
ROMA:
¿Qué ocasión a mi corte os ha traído?
JERUSALÉN:
A buscar un amante aquí he venido
que en vuestra casa está.
ROMA:
Esto me asombre,
porque a tanta deidad no miro hombre,
aunque a los grandes mi palacio acoge.
JERUSALÉN:
En tu mismo palacio se recoge.
CONSTANTINO:
¿Quién es, señora, el dueño venturoso,
que tiene al mismo Júpiter((El dios del cielo y trueno en la mitología romana. Él es el dios principal.)) celoso?
CÉSAR:
¿Quién es? Decid, porque el amor lo cante,
el dueño amado, el venturoso amante.
JERUSALÉN:
Es el dichoso que adornó sus sienes,
un peregrino que en tu casa tienes,
es mi amante y mi esposo, sin reparo
te vengo a pedirte.
ROMA:
¡Caso raro!
CÉSAR:
Caí de mi esperanza en lo profundo.
CONSTANTINO:
Aquí de todo el cielo y todo el mundo.
MARCO:
Juegan al renegado,((Un juego de cartas en el que participan tres jugadores y hacen apuestas.))
más Alejo la polla((Una cantidad de dinero que pone la persona que pierde en algunos juegos de naipes.)) se ha llevado.
ROMA:
Ese que es tu demanda
en mi palacio entre mis siervos anda;
no tengo duda alguna en entregarle,
por piedad le ampara, puedes llevarle,
pero de tal fortuna no dio seña.
CONSTANTINO:
Sin duda es mucho más de lo que
enseña.
ROMA:
Hola, llamad al peregrino luego.
CÉSAR:
En aquestos jardines con sosiego,
le vi al sueño rendido.
CONSTANTINO:
Entre estas ramas se quedó dormido.
Apartan las ramas y aparece Alejo dormido.
ROMA:
¿Quién será cielos este peregrino,
que de tanta hermosura se hizo digno?
ALEJO:
Por sueños soy Alejo romano,
el hijo de Aglaes y Eufeminiano.
ROMA:
¿Qué es lo que oigo? Ya mi pena es mucha,
a mi amante te he dado.
ALEJO:
Roma, escucha
y verás tus pasiones moderadas.
ROMA:
¡Hay prendas mías por mi mal halladas!
CÉSAR:
Entre sueños habló, ¿más quién dijera
si no es por sueños, qué esté Alejo
fuera?
ROMA:
Por decreto de amor desconocido,
pero ya por mi mal le he conocido.
ALEJO:
¿Qué es esto, esto adonde estoy dulce desvelo, (Despierta.)
en tierra me acosté, despierto en cielo?
¿Jerusalén no es?
ROMA:
Dime enemigo.
CÉSAR:
Calla Roma, que yo soy el que digo
que aquel que te ofendiere,
aunque por su favor el cielo viere
mi acero pasará de parte a parte.
JERUSALÉN:
Tente César que aquí no vale Marte.((El dios de la guerra en la mitología romana y el hijo de Júpiter.))
ALEJO:
Valdré yo para mi.
MARCO:
Tejido entablo.
JERUSALÉN:
Todos me escuchen, que yo soy quien hablo.
Jerusalén Celestial,
augusta princesa soy,
hija de un rey cuando menos,
cuando más, hija de un Dios,
este de reyes monarca,
el hermoso ser me dio
encerrando alma de gloria
en cuerpo de admiración
crióme pues tan altiva,
con tanta pompa y honor,
que ojos no vieron, ni oídos
oyeron lo que encerró
de grandeza en mi, y es tanto
que puso por galardón
mi asistencia al que en sus lides,
valeroso campeón,
a mi casa lleva el triunfo,
que sin eso no triunfó,
por eso la antonomasia
así lo acertó tu voz,
la triunfadora me llama,
y a tan sabido esplendor
apellida como puede
pero como debe no,
que mi debido epíteto
no cabe en la explicación,
supo pues mi invicto padre,
como Alejo, ese garzón,
cuyas prendas, cuyos lustres,
cuya virtud y valor,
después de nacer un hombre
le hicieron un semidiós,
supo como enamorado,
de copia mía dejó
por buscarme y por servirle
padres, patria, estado, honor,
y lo que más fue tu mano,
en tan generosa acción
hecho un pobre peregrino
aquel sujeto mayor,
que vio Roma y obligado
el monarca superior
de tan heroica fineza,
no quiso tu estimación
hacer del amor delito
cuando es mérito el amor,
antes al contrario viendo
que en cuanto rodea el sol
no hay igual a mi persona,
a Alejo feliz nombró
para mi esposo, queriendo
en tan suprema ocasión
fuese el mérito el que diese,
lo que el posible no dio
a su precepto rendido
no digo a mi inclinación,
que adonde está su precepto,
solo él está, me ordenó,
venga buscarle a esta corte,
cuando mi astucia dejó
en sus burgos alojada
la comitiva que al sol
desprecia la luz, adonde
vienen por mayor blasón,
millares, millares digo,
que hacen escolta a mi honor
y han de volver con Alejo
a mi corte adonde amor
hoy celebra el mayor triunfo,
a tu vista Roma estoy,
ya me has dado lo que es mio,
no hay violentar la pasión((Esta línea es fiel al original, pero es posible que debería ser “no hay que violentar la pasión”.))
del hombre, Alejo me adora
y nunca a ti te engañó,
y no puede haber agravio
adonde no hubo traición;
si le amas, venceré,
pues no conviene en tal voz
a una mujer con corona,
un hombre sin corazón,
cuando tus hazañas cuenten,
no repitan por baldón,
que quién ha vencido un mundo
yace postrada aún dolor,
y más cuando tus grandezas
en este lance de hoy
han subido hasta los cielos,
pues todos tus triunfos no
te han dado nombre tan grande
como te ha dado el honor
de tener vasallo tal,
que mi mano mereció.
ALEJO:
Dejad Señora que humilde,
indigno de tal favor,
vuestra planta adore.
JERUSALÉN:
Alzad
incompatible amador,
pues del amor el laurel
vuestra fineza ganó
y en mi corte os corona.
CONSTANTINO:
Que arras((Las monedas que un esposo y una esposa se entregan como símbolo de su matrimonio en su boda.)) dime a tal blasón,
a desposorio tan alto,
Alejo dá.
ALEJO:
Ya las doy
en este lienzo de perlas
que por mi Roma lloró,
venciendo al verlas correr
mi piedad y obligación,
aquí señora os ofrezco
de la hermosura y amor
el llanto a que resistí
cuando las piedras partió.
JERUSALÉN:
Esas arras te he pedido
por el más precioso don,
porque no vence el que huye
sino el que mira.
ALEJO:
Perdón
me has de dar, hermosa Roma,
cuando repararéis hoy
que la razón me desculpa
y no hay culpa con razón.
MARCO:
Perdonará se quisiere
y si no quisiere no,
porque es mucho perdonar.
ROMA:
Válgame aquí mi valor
para que el ardor del alma,
no se me asome a la voz,
y se venza así quien supo
domar el bélico son,
desde la cuna de Febo
hasta la urna del sol,
de Alejo la ingratitud, (Para todos.)
de mi brío el pundonor,
el decreto de tu padre,
el peso de la ocasión,
de mi corazón hicieron
otro nuevo corazón,
mayor si acaso es posible
ser mi corazón mayor,
pues es corazón que solo
supo domar vencedor
en el más remoto clima,
en la más clara region
del bárbaro la fiereza,
del indómito el ardor,
enmendóse mi fortuna
advirtiendo que no son
para el pecho de Belona((La diosa de la guerra en la mitología romana. Usa un yelmo militar.))
los rendimientos de amor,
pase por aire el suspiro,
pase por susto el dolor,
pase por cristal el llanto
y pues que todo pasó,
pase yo de ser quien fui
para que quede quien soy:
así quedad persuadidos,
los que vistéis mi pasión,
que llore como sabina;
pero como Roma no,
a Venus se postre Marte;
a Dalila((La esposa de Sansón. Un personaje en el libro de Jueces en la Biblia.)) sí Sansón,((Un juez en Israel y el esposo de Delila.))
a Antonio((Una referencia al Marco Antonio de Roma. Tenía mucho poder.)) rinda Cleopatra,((Una referencia al Cleopatra VII, la reina de Egipto.))
tanto acero en una flor,
y aquella ilustre matrona
que mis huestes invistió,
cara a cara, brío a brío,
deje vencer tu tesón((Significa determinación y perseverancia.))
de mi triunfo en la cadena,
mas yo vencedora, yo,
lo que rendí por mi afecto,
cobre aquí por mi valor,
porque la fama ligera
cante en sonoro pregón,
que quien ha vencido a tantos
también así se venció,
Jerusalén con Alejo
logre el sceptro superior
de triunfante, porque a mí
me basta para blasón,
que diga uniforme el orbe
en una y otra región.
CAJAS Y VOCES (Dentro.):
Viva Roma, Roma viva,
que tal vasallo crió.
JERUSALÉN:
Decid también, porque escuche
entre el bélico rumor.
CAJAS Y VOCES (Dentro.):
Viva Jerusalén, viva,
que tal esposo eligió.
MÚSICA (Dentro.):
Jerusalén y Roma,
vivan las dos;
pues de Alejo los triunfos
de entrambas son.
F I N
Diplomatic Transcription
Works by Soror Maria do Céu
- Enganos do Bosque, Desenganos do Rio. I e II parte (1)
- Adágio 3 - Nestas casas que aqui vedes
- Adágio 4 - É uma negra boçal
- Adágio 5 - Sou cambraia, porém sem fio
- Adágio 6 - Na fresca aurora sou dama prezada
- Adágio 7 - Filho sou de um monstro horrível
- Adágio 8 - Sou alva mas de má cor
- Adágio 9 - Era um moço comprido, negro e feio
- Adágio 10 - Eu sou uma ilha escura
- Adágio 11 - Uma mulher que apanhou
- Adágio 12 - Levo a primazia às mais
- Adágio 13 - Sou neste mundo a mulher
- Adágio 14 - Ontem fui flor
- Adágio 15 - Nasci entre gente nobre
- Adágio 16 - Terra dura os produziu
- Adágio 18 - Ando encoberta a fugir
- Adágio 19 - Vá fora a negra e mulato
- Adágio 20 - Sirvo ligeira e forte
- Adágio 21 - Ouça senhora condessa
- Adágio 22 - Sou ouro, mas confesso
- Adágio 23 - Estou na boca da dama
- Adágio 24 - Eu e um mancebo sim
- Adágio 25 - Nasci na casa de Deus
- Adágio 27 - Em uma monção ditosa
- Adágio 28 - Hei-la vem sem se sentir
- Adágio 29 - Todo o dia em um canto estou
- Adágio 30 - Por um caminho achado
- Adágio 33 - Com um homem muito forte me abracei
- Adágio 34 [primeiro] - Fui com estudo criado
- Adágio 34 [segundo] - Cara feia, pequeninho
- Adágio 35 - Se com discurso não bronco
- Amor es fe
- Aves Ilustradas (1)
Miscellaneous Works by Soror Maria do Céu
- Amor es fe, 1741
- Las lágrimas de Roma, 1741
Posted
8 December 2022
Last Updated
25 February 2025